· El artista
y las emociones.
la
naturaleza a través del velo del alma"
Edgar Allan Poe
Normalmente llamamos arte al
proceso mediante el cual los seres humanos expresamos ideas,
emociones o sentimientos en general, y una visión del mundo que nos
rodea a través de recursos plásticos, lingüísticos, sonoros,
escénicos, multimedia... etc.
Entendemos entonces que para que se pueda
dar el arte son precisos tres elementos; primero de todo un artista, (o varios) dispuesto a compartir o comunicar una experiencia
emocional concreta a un segundo elemento; un público, mediante un
canal o medio de comunicación establecido entre ambos, el cual sería
el tercer elemento de nuestra ecuación artística; es decir, la obra
de arte.
Encontramos estos elementos más o
menos presentes en toda experiencia artística, desde el pintor que
transmite al resto del mundo mediante sus pinturas, el músico o
cantante que se comunica con sus oyentes mediante la música, el
poeta y el escritor que plasman sus ideas mediante palabras dirigidas
a sus lectores... etc. En el caso del teatro los elementos están
claramente definidos entre el actor, su publico y la obra teatral que
los pone en contacto.
¿Por que es más importante en el
caso teatral la existencia de estos tres elementos?. Mientras que un
cuadro, una canción, un libro pueden existir en sí mismos sin ser
continuamente interpretados, la obra teatral como experiencia
artística sólo se da en el momento de la actuación.
Llegados a este punto tenemos que hacer
dos aclaraciones que pueden llevar a equivoco. Primero, podríamos
entender que el libreto escrito por parte del dramaturgo supone en sí
mismo una obra artística terminada. Pero no olvidemos que esa es una
idea actual, propia de la reivindicación de los derechos de autor,
ya que históricamente el autor se desprendía de su obra en el
momento en que era vendida, y luego ésta solía ser fruto de
numerosas modificaciones, a tenor de las necesidades o los caprichos
de los actores y las circunstancias. Se plantea entonces el texto
dramático como una herramienta más del trabajo actoral, maravillosa y
respetable sí, pero unas meras directrices en el proceso creador.
En segundo lugar, es preciso señalar
el carácter único e irrepetible de la experiencia teatral.
En una época como la nuestra donde
todo se copia, duplica y almacena, cada representación teatral es
una experiencia única para cada espectador y en cada función. La
obra nunca será la misma, incluso en las representaciones más
meticulosas y medidas, siempre habrá algo distinto, algo que la
diferencie de la anterior, un momento en directo que no volverá a
repetirse.
No deja de ser curioso como en esta
sociedad bombardeada de estímulos multimedia y de experiencias
estéticas clónicas y prefabricadas, el público parece volver poco
a poco a la experiencia del directo, del instante saboreado que sólo puede almacenarse en la memoria personal.
Frente a esta situación en la que se
encuentra el actor, de necesidad de creación continua, me remito a un ejercicio sencillo presente en la mayoría de los talleres de teatro en los que he participado:
Reunidos todos los alumnos en un
ambiente calmado, se les enfrenta a una duda concreta sobre el arte
actoral;
"¿Cual es la principal herramienta del actor?"
Las primeras reacciones suelen ser
rápidas. Quien más quien menos, cada uno de los asistentes acude a
las clases de teatro con el objetivo de mejorar o iniciarse en una
parte concreta de su actuación, algo en lo que ya se ha parado a
pensar, de modo que se suceden muchas respuestas variadas; "el
cuerpo", "la voz", "el texto", "el
personaje", "el movimiento"...
Ante la negativa, las respuestas van
disminuyendo hasta que una mano dudosa (a veces ninguna), se alza y
dice: ... "¿Las emociones?".
Son efectivamente las emociones la
principal herramienta del actor, y en realidad la de cualquier
artista.
El actor no es más que un ser emocional, que se apoya en
diferentes recursos (cuerpo, voz, texto, caracterización...) para
hacer llegar esas emociones al espectador y provocar en él una
respuesta a veces inesperada.
Sin emociones, cualquier experiencia
teatral resultaría vacía e inútil. Por mucho que estuviera rodeada
de toda la parafernalia escénica imaginable, si los actores no están
transmitiendo una carga emocional aunque sea mínima, la
representación no tendría más valor artístico que un vulgar
adorno prefabricado. Más o menos bonito visualmente, pero
irrelevante.
El foco de atención
Marilú Casas
Hola Marilu:
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, las emociones son la herramienta principal de un actor, pero también de un cantante, después de todo te imaginas un Traviata sin el dramatismo de una Violeta moribunda, y de un Alfredo lleno de dolor, rabia, culpabilidad.Sin las emociones sus personajes no serían creíbles, ¿verdad?
Exacto Noe, si el artista no esta sintiendo nada ¿Como puede esperar que el público sienta algo?.
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